Tras descansar en el hotel, nos vino a recoger un chófer de la compañía Aloe Car Hire y nos llevó directamente a firmar los papeles con Surita, la dueña. Nos explicaron todo perfectamente, nos hicieron una demostración de cómo montar y desmontar la tienda de campaña que llevaríamos en el techo y dos horas después estábamos ya en camino.
![Nuestra casa para las próximas 4 semanas amaneciendo bajo las rocas de Spitzkoppe. Magia.](/_next/image?url=https%3A%2F%2Fcdn.libreporelmundo.com%2Fspitzkope-hilux_1200x630.jpg&w=3840&q=75)
Nuestra primera parada fue en un Spar, cadena muy presente en Sudáfrica y Namibia, con unos supermercados enormes. Llenamos la nevera y pusimos rumbo a Spizkoppe, un grupo de picos de granito que se elevan hasta los 1784 metros que bien merecen una visita.
Cogimos la B1, en la que había bastante tráfico, sobre todo de camiones, y obras en las zonas cercanas a Windhoek, pero nada complicado. Aloe Car Hire tenía instalado una especie de GPS que les enviaba constantemente nuestra localización y la velocidad a la que nos movíamos y nos hicieron hincapié en que no superáramos los 80km/h, así que poco a poco.
![¡Vamos que nos vamos!](/_next/image?url=https%3A%2F%2Fcdn.libreporelmundo.com%2Fimg_1051_1200x630.jpg&w=3840&q=75)
Sólo tardamos unas horas en llegar a Spitzkoppe, viendo por el camino un montón de Pumbas en los bordes de las carreteras y, como en todo el viaje, llegábamos sin reserva por lo que fuimos a preguntar al Spitzkoppe Rest Camp si tenían sitio. No hubo ningún problema, de hecho no había mucha gente. Pagamos 150$ por persona y entramos al parque a buscar el rincón que nos apeteció, junto a unas rocas maravillosas.
En este camping no teníamos elecricidad, con lo que la nevera perdió un poco el frío, pero nada grave y a cambio teníamos unas vistas tanto del atardecer como después del cielo estrellado que eran una pasada. Un lugar mágico.
![Alvaro en Spitzkoppe con nuestro Toyota Hilux](/_next/image?url=https%3A%2F%2Fcdn.libreporelmundo.com%2Fimg_1055_1200x630.jpg&w=3840&q=75)
Tras el atardecer, nos colocamos nuestras linternas frontales (la luz baja muy rápido), montamos por primera vez la tienda del techo y nos hicimos unos macarrones para cenar.
Tanto a este parque como a la gran mayoría en Namibia, al menos en la época que fuimos (julio) se podría haber accedido sin ningún problema con un turismo normal.